martes, 27 de mayo de 2008

mujer, periodista...Afganistán.


Zakia Zaki fue una de las figuras más emblemáticas del periodismo independiente afgano. Trabajaba en Radio Paz y dirigía una escuela para niñas en Jabulssaraj. Su trabajo en pro de los derechos de las afganas se ganó las antipatías de los grupos mujaidines...
A pesar de las amenazas, los jefes locales de Jamiat-e-islami le prohibieron entrevistar a mujeres por la calle para sus programas, ella seguía trabajando...Hasta que la asesinaron.
Estamos asistiendo a nuevos ataques a medios y a periodistas, en la provincia de Herat. Durante este mes se han producido entre ocho y diez agresiones a mujeres o jóvenes periodistas.
Reporteros sin Fronteras llama a las autoridades a que hagan todo lo que esté en su mano para proteger la seguridad de las periodistas afganas. A Niloufar Habibi, le apuñalaron el 15 de mayo de 2008 en Herat (noroeste). Ahora cambia diariamente de residencia. Desde que salió del hospital, ha recibido muchas amenazas de muerte.
Varias periodistas se han visto forzadas a dejar sus trabajos, para poner fin a las amenazas...

martes, 13 de mayo de 2008

el día que llegaste a África...


conocimos su peor rostro.






Fotos C. Dufka



Trabajaba en el Salvador, asistiendo sicológicamente a las víctimas de la guerra civil, cuando miró, por primera vez, a través del visor de una cámara. La fotografía se convertía desde ese día, en el mejor soporte, para denunciar los abusos a los derechos humanos.

Empezó como freelance y en 1989 se unió a la plantilla de Reuters. Viajó por medio mundo, de guerra en guerra: Salvador, Bosnia, Liberia, Sierra Leona... Ha obtenido varios reconocimientos, entre ellos, un Pulitzer.


Desde hace años, dirige los programas de actuación en favor de los derechos humanos en Africa Occidental. Ha colgado las cámaras, de momento.










miércoles, 7 de mayo de 2008

la primera en "disparar"





Fotos Margaret Bourke-White
Bombardeo sobre Rusia





Las fotos pueden ser bellas. Pero también deben decir la verdad, decía Bourke-White, la primera mujer, corresponsal de guerra, durante la segunda guerra mundial.
Henry Luce la contrató primero para la revista Fortune y luego para Life. En 1941 viajó desde Rusia a Alemania y fué la única fotógrafo extranjera cuando se produjo la invasión de las tropas alemanas en la Unión Soviética. Trabajó en colaboración con su marido, el escritor Erskine Caldwell. Su reportaje sobre la liberación de los campos de deportación nazi puede considerarse como la culminación de su carrera. Su obra continuó con imágenes de la resistencia pacífica de Gandhi y de la guerra de Corea.

lunes, 5 de mayo de 2008

un rollo "perdido" del genocidio americano






El seis y nueve de agosto de 1945, a las 8:15, el bombardero B-29, Enola Gay, al mando del piloto Paul W. Tibblets, lanzó sobre Hiroshima a little boy, nombre en clave de la bomba de uranio. Un ruido ensordecedor marcó el instante de la explosión, seguido de un resplandor que iluminó el cielo. En minutos, una columna de humo color gris-morado impregnó la ciudad bajo un corazón de fuego, a una temperatura aproximada de 4000º C. Dos cientos mil personas perecieron abrasadas en Hiroshima y Nagasaki.
Pero todo empezó unos meses antes, en otras ciudades japonesas...

Trescientos treinta y cuatro B-29 cargados de Napalm, dejaron caer 8.250 bombas de 250 kg. Estallaban a 150 m de altura y proyectaban a su vez 50 bombas de 3 kg cargadas de napalm. La ciudad quedó convertida en una enorme antorcha entre la cual, las personas que no habían quedado abrasadas por el primer efecto del napalm, buscaban refugio contra las llamas que hicieron que en la zona atacada la temperatura alcanzase los 800ºC.

A la mañana siguiente, en las calles yacían los que habían muerto asfixiados. Los incendios agotaron el oxígeno del aire, en los puentes de los ríos los de aquellos que fueron arrollados por la avalancha humana que huía del fuego intentando encontrar refugio en los ríos. El agua de las acequias, albercas y piscinas se había evaporado y su fondo se encontraba cubierto por los cadáveres de los que se habían refugiado en ellas. Únicamente el cauce central de los ríos fue un refugio seguro.
Más de 100.000 personas murieron y 40.000 resultaron heridas de consideración.