lunes, 1 de septiembre de 2008

David Doubilet

Media vida fotografiando bajo el agua...





Mucha gente considera que tu trabajo es uno de los mejores del mundo. ¿Está de acuerdo?

Sin duda es uno de los trabajos más maravillosos del mundo, lo que no significa que sea el más sencillo. A veces es para volverse loco. Es un trabajo que combina la necesidad de ser minucioso con cierta cantidad de un trabajo físico tan extraño para el organismo como es la natación subacuática. No es tan extenuarte como escalar montañas, dar la vuelva al mundo en bicicleta, o hacer trekking a través de la selva. Necesitas estar siempre pendiente de lo necesario para lograr una buena foto, a la vez que te preocupas por ti mismo.
Es decir, cuando estás allí abajo pensando de todas esas cosas, la clase de submarinismo se convierte un comportamiento automático. Estás allí, nadando, y realmente no prestas atención a ello (salvo por que, por supuesto, tienes que estar atento al tiempo, la profundidad, y cómo te sientes). Y entonces, dejas este mundo para sumergirte brevemente en otro. Es un mundo que ocupa la mayor parte de nuestro planeta, pero que aún así apenas conocemos. Creo que hemos tenido gente en el espacio durante cosa de un año y medio, pero con nadie ha estado aquí abajo más de 30 o 40 días. Es ahora cuando estamos demostrando la idea de que este es uno de los lugares más hermosos y misterioso de nuestro planeta.


¿Piensa que su trabajo tiene cierta labor de conservación?

El problema que tenemos con cualquier entidad biológica de nuestro planeta, con cualquier ambiente, es que tan rápidamente como lo descubrimos tendemos a destruirlo. Es como si pudiésemos compararnos con los conquistadores, que descubrieron una civilización entera, le aniquilaron, y les quitaron todo hasta dejarles sin nada.

¿Por qué hacemos estas cosas? No solo que es lo que hacemos bien y que lo que hacemos mala, si no ¿Por qué?
Existen opiniones para todos los gustos: Debemos preservar una especie para preservar el mundo; debemos preservar una especie para conservar nuestra vida en el planeta; debemos preservar una especie simplemente porque debemos preservarla. Pero cuando preguntas “¿Porqué?” sueles conseguir una respuesta muy extraña. Yo pienso que la respuesta adecuada es “porque es hermosa”.
Lo que separa a los seres humanos del resto de animales no es solo nuestro dedo pulgar, o la capacidad para crear trenes eléctricos y construir edificios; es que tenemos ese aprecio tan extraordinario por la belleza. El problema es que llegado el momento también tenemos una capacidad extraordinaria para destruir las cosas. Hay un millón de razones científicas por las que debemos salvar a cada tigre, cada tiburón, y todas son correctas, pero en última instancia, la razón de fondo es porque son hermosos.
El océano es precioso. Un arrecife de coral puede ser sin duda uno de los lugares más bonitos del planeta. Es un lugar que se inunda con la luz, donde todo tiene los colores más intensos presentes en cualquier otro lugar. No podemos destruir eso, tenemos que conservarlo y permanecer atentos a que siga así.

¿Descubrir esos lugares no lleva a que se visiten en exceso?

El turismo no es tan dañino como la pesca descontrolada. Si de verdad nos paramos a pensar en el turismo, es uno de los mayores negocios del mundo y sirve a las personas. Una vez más tenemos que hacernos otra pregunta: ¿Por qué deseamos ir a todos estos lugares? ¿Cuál es la fuerza impulsora? ¿Somos conquistadores? No lo creo. Deseamos ir porque son hermosos, fascinantes, y eso es sobre lo que gira el turismo ecológico.

¿Cuándo te dispones a fotografiar la vida marina tienes que conocer el comportamiento animal para lograr buenas fotografías?

Tradicionalmente, los mejores fotógrafos de naturaleza, al principio, tenían cierto trasfondo como cazadores. Sabían donde encontrar las cosas. Leonard LaRue sabía como acechar, lo que podían y no podían hacer los animales. Durante algunos años me dediqué a la pesca con lanza, pero nunca me gustó. Están esas idea del mundo submarino de la caza y la pesca en la que hay que buscar, mirar y observar concienzudamente. Algunas personas lo hacen de forma innata; a otros les lleva años y años de aprendizaje. Pero en definitiva tan solo es cuestión de preguntarnos: ¿Por qué está este pescado aquí? ¿Qué está haciendo? ¿Con cual se está relacionando?

¿Utilizas mucho equipo especializado en fotografía subacuatica?

Jennifer Hayes y yo trabajamos conjuntamente bajo el agua, desarrollando cada foto, cada idea. Ella es bióloga, además de mi socia. Utilizamos muchas de las cosas disponibles; las compramos y las adaptamos. Muchas cosas de la que hago son de forma conjunta a Joe Stancampiano; un compañero de National Geographic. Joe toma una idea y la lleva a la realidad mediante aluminio y plástico. Es un arte en sí mismo. Todo un artista, inventor e ingeniero.

Formas parte del National Geographic’s Contributing Photographer-in-Residence. ¿Qué te ofrece este programa como fotógrafo?

Le da a los fotógrafos la capacidad de salir, de desarrollar sus ideas y trabajar sobre historias no solo como ejercicios visuales, si no también de forma artística, para convencer, educar, y hacer ver a la gente. Si deseas educar a la gente, la única manera es hacer una imagen que asombre tanto que les haga decir “Mira esto. Es asombroso. Esto es extraordinario”. Entonces habré completado mi trabajo. Si podemos llegar a asombrar a alguien, este se sentirá interesado en el tema.

(Entrevista publicada en la Web de National Geographic)

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